Wall-e es una película animada, ambientada en el año 2800, en un planeta Tierra inhabitable a causa de la contaminación y convertido en un gran basurero. En este entorno, un simpático y pequeño y robot diseñado para limpiar la basura, llamado Wall-E ( (abreviatura de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class), se dedica a amontonar en forma de edificios las ingentes cantidades de desechos y a recolectar cosas inservibles. El robot, tras dedicar tanto tiempo en soledad a su tarea, ha desarrollado una personalidad propia, probablemente la más humana que queda en la galaxia. En las imagenes se pueden apreciar parajes desérticos, una atmósfera llena de polvo y tierra, y lo que parece una ciudad sobresalir entre los vientos amarillos. El aire presenta altos niveles de toxicidad, lo que no permite la vida en el planeta.
Según los críticos, los primeros cuarenta minutos de la película son una genialidad constante, casi un poema visual, con una Tierra abandonada y triste y con el pequeño WALL·E dando color y alegría a la escena, como un pequeño mensaje de optimismo queriendo recordar lo que de verdad importa y que todavía estamos a tiempo.
Su monótona existencia cambia cuando los humanos, que ahora viven en una enorme y alejada estación espacial, envían a la Tierra otro robot, EVA, mucho más sofisticado, con la misión de buscar cualquier signo de vida natural, lo que significaría que la Tierra puede ser habitada nuevamente por los humanos. Los humanos se han convertido en seres sedentarios, que se trasladan en deslizadores/máquinas que atienden sus necesidades, sumidos en un profundo trance de comodidad y simpleza en sus vidas. Han perdido masa ósea debido a la micro-gravedad, ya que han pasado muchos siglos en el espacio (alrededor de 700 años).
Con una clara denuncia del maltrato de la naturaleza por parte de los seres humanos, la compañía Pixar se une al tipo de películas que dibujan un futuro nada halagüeño para nuestro planeta, que describen los peligros que pueden sobrevenir si continuamos mirando para otro lado.
Hoy, a más de 12 años de su estreno, la Tierra se parece un poco más a la realidad que representa Wall-E. Aunque, siguiendo el mensaje más importante que nos deja el personaje: todavía existe la posibilidad de cambiar de actitud y tomar acción para cooperar con la restauración de nuestro planeta.