#Publicaciones: La reciclabilidad social de los residuos

Por Pablo J. Schamber

“Argentina tiene un problema, es muy extensa y el flete es muy caro. Traer papel de Jujuy no te representa un beneficio cuando la concentración de fábricas está acá” (Ignacio, Gerente de una industria papelera ubicada en el conurbano bonaerense)

Así como el reciclaje es el proceso fisicoquímico o mecánico a través del cual se produce la transformación de materiales usados en nuevos recursos o materia prima, la reciclabilidad es la cualidad que tienen dichos materiales para ser sometidos a ese proceso. Como variable de los materiales la reciclabilidad tiene valores cuyo rango oscila entre lo más fácilmente reciclables a los “irreciclables”. No obstante, dicha cualidad puede modificarse en función de los avances tecnológicos. Puede advertirse entonces que el tipo de material de que se trate tiene en sí mismo una determinada condición de reciclabilidad, pero la misma puede alterarse en función de la capacidad y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, la reciclabilidad va más allá de lo ontológica y técnicamente reciclable, e involucra aspectos de órdenes diversos (cultura, política, economía, sociedad).

En determinados ámbitos, quienes reciclan materiales de difícil reciclabilidad, dado el mayor esfuerzo que ello implica se autoperciben como auténticos recicladores, desplazando de ese lugar a colegas que procesan materiales más fácilmente reciclables. Este es el caso del propietario de una empresa que recicla polietilenos (de alta, media y baja densidad, lineales y convencionales) y polipropilenos (homopolímeros y copolímeros) en Pilar, cuyo producto final es el grumo y el polvo de moldeo rotacional con el que se fabrican, entre otros, tanques de agua. Este emprendedor trabaja con materiales provenientes de circuitos del post consumo, es decir, productos finales de la industria plástica que una vez usados fueron descartados, como sillas, baldes, envases de productos de limpieza, entre otros. Considera que, a diferencia suya, quienes emplean materiales post industriales, o sea, residuos de la producción de plásticos que no llegaron a transformarse en productos finales (llamados también “scraps” de producción), por el objeto con el que tratan realizan una tarea mucho más fácil y cómoda, al punto de, según su criterio, no merecer denominarse como recicladores. 

En algunos materiales, como en el caso de los papeles y cartones, el propio proceso de reciclaje hace que disminuya el valor de reciclabilidad de los materiales que lo atraviesan. Allí los avances tecnológicos resultan de gran ayuda. Por ejemplo, el gerente de una industria papelera expresó: “Nosotros como gran regla nemotécnica decimos que una caja se recicla alrededor de 5 o 6 veces. En Argentina probablemente hay algunas cajas que están recicladas unas 7 u 8 veces, pero en Europa pueden ser más porque tienen una cultura del reciclado más avanzada. Están forzados a usar tecnologías que les permitan sacar el jugo a una mezcla un poquito más variada de las fibras que les llegan” (Juan, Gerente de una industria papelera). De todos modos, la pérdida de reciclabilidad por el propio reciclaje no afectaría a otros materiales como vidrios y metales ferrosos, que  conservarían sus propiedades inalterables aunque pasaran por varios procesos de reciclaje. 

En tanto materias primas, los recursos vírgenes (derivados de la forestación, de especies vegetales, del petróleo y de los minerales) tienen siempre cualidades superiores a los materiales reciclables con los que son sustituidos (salvo el caso de aquellos cuya reciclabilidad no se altera con el reciclaje, donde se podría considerar que son homogéneas). Por eso, la demanda de los reciclables como insumos es primero resultado de una ecuación de rentabilidad económica, y además beneficio ambiental. Considerando un escenario de libre disponibilidad de ambos, las materias primas vírgenes son siempre más apetecibles que los residuos más reciclables. El reciclaje industrial existe y se expande porque para quienes lo practican resulta económicamente rentable hacerlo. Las cuestiones ligadas a la conciencia ambiental global o a la responsabilidad social y ambiental empresarial constituyen un aditamento loable, pero no alcanzan para ser su razón. En palabras del gerente de otra industria papelera ubicada en el AMBA citado a continuación con elipsis y holgura: 

“Vos tenés dos precios. Uno es el precio que te marca un techo, que es la celulosa. Ponele que yo compro la celulosa a 600 dólares. Ese costo compite con el costo del material recuperado. Para llegar a la blancura y suavidad de la celulosa necesitás agregar químicos, blanqueadores, y eso incrementa los costos. Cuando comparás el tratado que necesitás hacer al recorte (material reciclado) para alcanzar determinado nivel, contra lo que necesitás hacer para el tratado de la celulosa, hay un punto que se llama de equivalencia. Todo lo que hagas para que el recorte se parezca a la celulosa tiene un costo. Las empresas, de acuerdo a ese punto de equivalencia, van decidiendo si fabrican con más o menos aporte de recortes”. (Ignacio, Gerente de una industria papelera)

Se explicita así que, en tanto existan reservas, el valor de los recursos que constituyen la materia prima virgen se transforma en el techo para el valor de los materiales reciclables de la más alta reciclabilidad. Y por su parte, la tecnología disponible y el tipo de nuevo producto que se desea obtener, resultan condicionantes. Hay productos como los papeles tissue blancos y suaves que necesitan el uso exclusivo de celulosa, mientras que para la fabricación de papeles higiénicos grises y ásperos se puede recurrir sólo al uso de recortes. Hay países que regulan que los envases en contacto con alimentos empleen como materia prima exclusivamente insumos vírgenes. Aunque el uso de reciclables permitiera obtener envases de iguales condiciones, dichas regulaciones se basan en argumentaciones vinculadas con riesgos de contaminación y salubridad. Así, la proporción de materias primas vírgenes o de recortes que se empleen en el proceso de reciclaje dependerá del valor del primero, de la tecnología disponible, del tipo de producto final que se desea obtener y de la normativa existente.   

Otro factor que hace a la reciclablidad es el costo del transporte, la distancia entre el lugar donde los materiales reciclables se recolectan, clasifican y acopian y donde finalmente se consumen como insumos de producción. Tal como lo expresa el epígrafe, se trata de un elemento incide fuertemente en el valor de comercialización de dichos materiales. Registros realizados por LCP/CONICET en los últimos años permiten advertir que un material de igual calidad puede variar en más del 100% su valor de acuerdo a la distancia desde donde se lo envía. La variación involucra además el hecho de si la compra la realiza un acopiador de mayor envergadura o directamente un reciclador. 

Los costos del transporte de reciclables no están basados en cálculos hechos en función de una fórmula fija, como podría serlo el valor del gasoil por kilómetros recorrido. Se trata de una cotización que oscila de acuerdo a la relación clientelar construida entre las partes, de las frecuencias de entregas previamente acordadas, las necesidades de transacción que específicamente aparezcan en un momento dado, de las alternativas que encuentre el transportista para volver a su origen con carga, etcétera. Sirve como ejemplo empírico para ilustrar sobre estas circunstancias lo sucedido a principios del mes abril del corriente año con una carga de 2,8 toneladas de diversos plásticos mezclados y sin prensar enviadas por primera vez por un acopiador desde la capital de la provincia de Neuquén, para ser vendidas a otro acopiador más grande, cuya sede se ubica en la localidad de Bernal (Quilmes, Provincia de Buenos Aires). Según lo informado por el vendedor, de haber comercializado esa carga en la misma provincia de Neuquén, habría obtenido alrededor de 30.000 $, mientras que en Bernal obtuvo 85.000 $. No obstante esa importante diferencia a su favor, el flete de ese envío le costó 100.000 $. Es decir, el flete superó el valor obtenido por la venta de los materiales, aunque dicho valor fue más del doble de lo que hubiese conseguido vendiéndolo localmente. A pesar de esta frustrada experiencia, el vendedor expresó que volverá a realizar envíos de plásticos y de otros materiales a su colega de Bernal, dado que el comprador le indicó que si mejora la clasificación de los materiales podrá pagarle un valor superior al que ahora lo hizo, mientras por su parte el transportista le indicó que si hace ese tipo de envíos con regularidad (al menos una vez al mes), el costo del flete sería de 73.000$, dado que se trata de una empresa que hace habitualmente ese recorrido y siempre consigue mercadería para llevar de vuelta a Neuquén.

A continuación se presenta una tabla que contiene las cotizaciones por kilogramo vendido de distintos materiales en fardos, tanto a acopiadores locales (Mar del Plata, Totoras, Chascomús) como a recicladores ubicados en el conurbano bonaerense (Tigre y Rafaela) de acuerdo a los valores del mes de Marzo del corriente. 

Puede advertirse fácilmente cómo el valor del material vendido a recicladores tiene en los celulósicos (cartón y papel) y en los plásticos (pet y soplado) una cotización superior, que sin embargo no se manifiesta en los vidrios, que no presenta mayor diferencia entre las localidades que lo comercializan, salvo el caso de Chascomús. Resulta oportuno aclarar que mientras los recicladores exigen las correspondientes inscripciones legales e impositivas a los vendedores (al menos por una parte de las transacciones que realizan), suelen abonar en cuotas y mediante transferencias bancarias o cheques, los otros compradores no acostumbran tener exigencias respecto del estatus jurídico de los vendedores, a quienes pagan en efectivo y contra entrega.     

En función de la descripción hecha, se puede concluir que los distintos materiales poseen por un lado una serie de condiciones y características físicas y químicas que facilitan o restringen su potencial reciclabilidad. Simultáneamente, existen un conjunto de variables de orden tecnológico, económico, social, cultural y normativo igualmente importantes en cuanto factores de reciclabilidad.

propiedades físico químicas de los materiales

tecnología disponible

valor de captura y acondicionamiento de los materiales

relaciones clientelares entre vendedores y compradores 

necesidades de recursos por parte del mercado 

cantidades a ser transadas

valor del transporte

capacidad de soportar condiciones de compra

otros

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